El término marxismo designa, en general, el conjunto de doctrinas elaboradas por Marx y Engels. Sin embargo, el pensamiento de Marx fue sistematizado por Engels que, además de colaborar con Marx en diversas obras, escribió obras en el marco del pensamiento marxiano y ordenó y sistematizó algunas de las obras de Marx.

 

Tras la muerte de Engels, el marxismo fue transformado por Lenin, lo que dio origen al llamado marxismo ortodoxo. Asimismo, a lo largo del siglo XX se han producido comentarios e interpretaciones de las doctrinas de Marx y Engels no siempre concordantes entre las que destacan las habidas en la antigua Unión Soviética y en la China de Mao-Tse- Tung.

Con el término marxismo se han calificado cosas muy diferentes, lo que le da una gran complejidad. Así pues, se ha aplicado a programas políticos revolucionarios, organizaciones políticas, personas y  grupos sociales, corriente de pensamiento, programas y formas de gobierno, entre otros. Este hecho subraya la complejidad del término, que tiene aplicación, entre otros ámbitos, en la dimensión moral, en la política, estética, antropológica y filosófica.

El marxismo nace en el seno de la izquierda hegeliana; sin embargo, si bien el pensamiento de Marx es heredero de la dialéctica hegeliana, ésta sufre con Marx una profunda transformación, puesto que las categorías de la dialéctica hegeliana ( totalidad, inmediatez-mediación, negatividad y superación) las llena Marx de un contenido completamente alejado de Hegel: para Marx, lo inmediato no es la Idea ni el Espíritu sino el ser humano y las condiciones en las que éste ha realizado su vida a lo largo de la historia y en cada momento histórico concreto.

El pensamiento marxiano es un pensamiento materialista; esto quiere decir que, frente a las tesis que defendían que las ideas mueven y transforman la realidad, a esta sociedad y a la historia la mueven las condiciones materiales. Esta concepción se concreta, en el marxismo, en el materialismo histórico. El ser humano se diferencia de los demás seres en que produce sus medios de vida. El ser humano responde a sus necesidades produciendo los medios indispensables para satisfacerlas, y la satisfacción de estas necesidades produce otras nuevas entre las que se encuentran la de reproducirse. Esto sitúa la actividad humana siempre en el ámbito social- producción social de la vida-, lo que conlleva la asunción de relaciones necesarias e independientes de la voluntad de las personas, es decir, relaciones de producción, que son las relaciones que se establecen entre los miembros de una sociedad histórica concreta.

Las relaciones de producción dependen del lugar que cada persona ocupa en la división social del trabajo, lo que genera la existencia de clases sociales distintas y antagónicas. Las relaciones de producción están condicionadas por el desarrollo que en cada momento histórico haya habido de las fuerzas productivas, es decir, del desarrollo tecnológico que haya alcanzado una sociedad histórica concreta.

El conjunto de las relaciones de producción y de las fuerzas productivas- infraestructura- forma la base real-económica- sobre la que se levanta la superestructura- Derecho, Estado e Ideología-. El derecho, en una sociedad de clases, organiza la sociedad desde la defensa de la propiedad privada de los medios de producción; el Estado, en tanto que forma de organización política de la sociedad, responde a los deseos e intereses de la clase dominante, así el Estado  feudal era el órgano del que se valía la nobleza para tener sujetos a los campesinos siervos, y el moderno Estado representativo es el instrumento del que se sirve el capital para explotar el trabajo asalariado.

La ideología es el medio a través del cual los seres humanos obtienen una representación del progreso que es la producción social de la vida; pero no es sino una mistificación, es decir, un engaño o una falsificación, porque la ideología dominante en una sociedad es la que corresponde a las ideas de la clase dominante y, por consiguiente, a sus intereses.

La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases, porque en todos los momentos históricos todas las sociedades han estado divididas entre los opresores y los oprimidos: libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba y, en la sociedad capitalista, burgueses y proletarios. Esta lucha ha acabado siempre con una transformación revolucionaria de la sociedad o con la ruina común de todas las clases en lucha.

La burguesía, que nació ya en el seno de la sociedad feudal, es la propietaria de los medios de producción, mientras que los proletarios, por no ser dueños de dichos medios de producción, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para poder sobrevivir.

En la interpretación dialéctica que Marx realiza de la historia, entiende que en la misma proporción en la que se desarrolla la burguesía se desarrolla el proletariado, pero éste solo sobrevive en la medida que encuentra trabajo y solo encuentra trabajo en la medida en que su trabajo aumenta el capital. Tal y como el feudalismo engendró la burguesía, por la que fue vencido, la burguesía ha engendrado la clase social que la conducirá a su muerte, el proletariado.

Independientemente de la crisis que en la actualidad vive el marxismo, puesto que hay quienes defienden que es algo completamente superado, Marx  hizo aportaciones extraordinarias al estudio de la historia y de las ciencias sociales.

(AA.VV. Diccionario de sociología Universidad Rey Juan Carlos. ESIC Editorial. Madrid. 2004)